Recuperar nuestro estado natural tiene que ver con reconectarnos con la naturaleza. No solo restablece el ritmo natural de lo vital en nosotr@s, nos conecta con nuestro cuerpo y nuestra respiración , nos invita a contemplar la belleza espóntanea de nuestro mundo, sino que equilibra y activa los elementos que l@s sabi@s de tantas culturas reconocen como parte de nuestra esencia profunda.
Una misteriosa alquimia se hace presente cuando en el silencio de la montaña, acompañados por la creación en todo su poder, caminamos hacia una cumbre. Como en la vida , nuestra forma de caminar, una metáfora y espejo de cómo damos cada paso en nuestra vida, en nuestras relaciones, en nuestro trabajo , en nuestra relación con nostr@ mism@s.
Puede permanecer oculto a l@s no iniciad@s en esa escucha contemplativa, pero cuando llega el momento de cada un@ , su fuerza es tal que no es posible evitarla.
La estabilidad y fortaleza de la montaña, de la tierra, su enraizamiento y presencia como cualidades de nuestra mente. El viento, con su movimiento, renovando aquello que está estáncado, mostrando ligereza y fluidez. El agua de un arroyo, fluyendo encontrando el camino más fácil, sin esfuerzo, adaptándose , auténtica, al momento y al lugar. El fuego del sol , con su calidez, como el fuego interior que madura los procesos, activa la creatividad y nos da la pasión por la vida, el entusiasmo de vivir plenamente, realizando nuestro potencial. Y sobre todo el espacio , en infinito espacio sagrado que nos conecta al contemplarlo con esa naturaleza profunda que hay en nosotr@s , del que nacen todos los elementos. Solamente contemplarlo y conectar con él , permiten que cualquier p`reocupación, cualquier dificultad se disuelva y sea acogida , como dice Lama Tenzin Wangyal Rinpoche, en un abrazo c´´alido , abierto y amoroso.
Esas horas en silencio, inmersos en la belleza, conectados con nuestro cuerpo y nuestra respiración pueden ser la semilla de una salud abundante y una mente plena y equilibrada.
Dr. José Ignacio García Acosta.