Entramos en periodo de alergias, ya ha comenzado la primavera, y muchas personas temen las consecuencia que pueden producir, ya que conforme se llena el campo de flores, aparecen síntomas de una mala regulación inmunitaria: las alergias.
En los cuadros alérgicos, el sistema inmunitario reacciona de forma irregular identificando como peligrosa una sustancia inofensiva como puede ser el polen de algunas plantas o el pelo de ciertos animales entre otros. Como consecuencia de esa mala regulación, puede desarrollarse una respuesta inmunitaria irregular que sí puede ser realmente peligrosa en algunos casos para la vida de la persona.
¿Y que factores determinan esa respuesta irregular?
Sabemos que hay varios grupos de factores.
Por un lado el grado de intoxicación de una persona y la sobrecarga hepática que hace más difícil todavía la depuración del organismo. Esa sobrecarga tóxica altera la regulación del sistema inmunitario y favorece las alergias.
La carencia de ciertos micronutrientes debido a la mala alimentación y al estrés. La carencia de oligoelementos, magnesio, zinc, ácidos grasos omega 3 y omega 6, antioxidantes, vitaminas del grupo B, vitamina C,…todo esto puede favorecer los cuadros de alergias. Además por desgracia las frutas y verduras que tomamos, llevan tanto tiempo almacenadas que han perdido la mayor parte de estos nutrientes o bien son fruto de una agricultura intensiva tan agresiva que son recolectadas antes de alcanzar esos niveles de vitaminas o minerales. Por tanto es fundamental cuidar nuestra alimentación y tomar productos de calidad y de cultivo ecológico de origen local para que pase poco tiempo desde su recolección hasta su consumo. En Málaga podemos disfrutar de varios mercadillos ecológicos tanto en la ciudad con en el Valle del Guadalhorce donde adquirir frutas y verduras directamente de los productores.
La flora intestinal es otra cuestión clave en la regulación del sistema inmunitario.
Según datos de Microbiota World Watch el 95 % de nuestras bacterias se encuentra a nivel intestinal cuya superficie es de unos 400 metros cuadrados, el equivalente a dos pistas de tenis. La flora intestinal de una persona puede pesar entre 1-2 kilos y su proporción respecto al número de células humanas es de 10 probióticos por cada célula humana. Si se pusieran en línea las bacterias probióticas de nuestro cuerpo una tras otra podrían dar la vuelta al mundo 2.5 veces. Esto nos da una idea de su importancia. Son responsables de regular el sistema inmunitario , tanto para un funcionamiento eficiente ante infecciones víricas o bacterianas como para la función de tolerancia inmunitaria, es decir, que el sistema inmunitario reconozca como propios los tejidos propios, y no confunda con antígenos bacterianos sustancias que no lo son.
Según refiere el inmunólogo francés Dr. Jean Seignalet, en su tratado «La alimentación , la tercera medicina», las alteraciones de la flora intestinal que generan una composición anómala con una proporción significativa de bacterias del género shigella, salmonella, o yersinia entre otras , junto con la ingesta habitual de alimentos que fácilmente desencadenan reacciones alérgicas como el trigo o los lácteos animales, está detrás de gran parte de las enfermedades autoinmunes en especial de la pelviespondilitis anquilosante o anquilipoyética o de la artritis reumatoide.
Además nos encontramos con la cuestión de la permeabilidad intestinal, es decir, un intestino que permite el paso excesivo de sustancias, algunas de ellas tóxicas , y otras que aún no han completado su adecuada digestión y como consecuencia proteínas de alto peso molecular u oligopéptidos capaces de estimular el sistema inmunitario, atraviesan la mucosa intestinal y llegan al tejido linfoide en el que producen una sobrestimulación del sistema inmunitario, que junto con la alteración de la flora intestinal predispone a la mala regulación inmunitaria y como consecuencia , al desarrollo de alergias alimenticias que con frecuencia predisponen a las alergias secundarias respiratorias ( al polen, pelo animales, ácaros,…). Estas alteraciones de la permeabilidad intestinal tiene que ver con el uso, incluso ocasional , de ciertos medicamentos convencionales, como son los antiácidos o protectores de estómago, antibióticos, antinflamatorios, corticoides,…Por desgracia es difícil que la alteración de la flora intestinal o de la permeabilidad se recupera de forma espontánea y con frecuencia requiere de la intervención de un profesional. Es como cuando dejamos de cuidar un huerto o jardín y empiezan a crecer hierbas silvestres que son mucho más resistentes que las plantas que queremos cultivar: a menos que intervengamos y preparemos ese huerto para sembrar nuestras hortalizas no se van a ir de forma espontánea , y algo similar sucede en nuestro intestino: la flora patógena es mucho más resistente que la flora probiótica, mucho más sensible y delicada y menos resistente a tratamientos de forma que ante un tratamiento antibiótico lo primero que se destruye es la flora buena, los probióticos, posteriormente los patógenos y finalmente los protozoos y hongos. Al disminuir los niveles de antibióticos tras el tratamiento , el crecimiento sucede de forma inversa: primero protozoos y hongos, luego bacterias patógenas y finalmente ,si queda algo de sitio y alimento, los probióticos.
¿Que podemos hacer?
Alimentarnos lo mejor posible, y evitar los alimentos que producen alergias con más facilidad. Actualmente cada vez escuchamos con más frecuencia el desarrollo de cuadros de intolerancia al gluten leves, o de alergia al trigo, así como cada vez con más frecuencia los problemas derivados de los lácteos animales.
Por eso es recomendable tomarlos con moderación o si se padece de alergias evitarlos. En su lugar podemos tomar avena, espelta (siempre que se tolere el gluten de estos alimentos), o productos alternativos como los derivados del arroz, quinoa, mijo, trigo sarraceno,…En cuanto a los lácteos, evitar los lácteos animales y sustituirlos por leches vegetales tipo leche de almendras, avena, arroz, soja, quinoa,…. cada vez más accesibles.
Mucha atención a los transgénicos: cada vez es más frecuente su uso en la industria alimentaria que se empeña en vendernos productos de mala calidad , pero ya se librarán de poner «producto transgénico » en sus etiquetas. Podemos identificarlos como «almidón modificado (geneticamente), soja modificada (geneticamente),etc…ultimamente y para que nos enteremos menos, lo llaman «reforzado», pej almidón reforzado o maíz reforzado (reforzado genéticamente para tolerar más pesticidas e insecticidas , es decir más toxicidad y más contaminación del entorno).
Algo de gran ayuda son los ayunos o semiayunos. Tomar la costumbre de hacer un ayuno al mes al menos de un día , es algo muy sano. Es fácil aficionarse a hacer un ayuno de un par de días al trimestre, un descanso de comer que equilibra el cuerpo y la mente, nos depura y nos acerca a la sobriedad en el comer y en sabor. Aquí tenéis ciertas orientaciones para poder hacerlo:
La clave , una vez más , es la alimentación .Comer poco y de calidad, comer sencillo y buenos productos preferentemente locales , mayoritariamente crudos (ensaladas, frutas, frutos secos ,..) y bien cocinados ( a bajas temperaturas, al vapor ,…) para que conserven la mayor parte de esos nutrientes. Comer en colores ( frutas, hortalizas,….) y dejar la alimentación blanca (lácteos, harinas, pastas,….), legumbres, integrales y siempre una buena hidratación diaria, al menos litro y medio de agua al día.
Para tener más información y comprender mejor las bases de una alimentación saludable os recomiendo la lectura de este interesante libro : «Que tus alimentos sean tu medicina»,Felipe Hernández, Ed RBA.
Un saludo.
Dr. Jose Ignacio García Acosta.
Médico. Homeópata.