La terapia craneosacral fué desarrollada por el Dr. John Upledger (1932-2013) gracias a su gran sentido de la escucha a la hora de abordar la salud de sus pacientes, y una gran curiosidad e imaginación que le llevaron siempre a abrir cada vez más posibilidades en los modos terapéuticos. Siguiendo sus principios de respeto y escucha permanentes nunca tuvo prejuicios a la hora de incorporar técnicas de otros ámbitos llamados “alternativos” si realmente funcionaban para la persona que estaba siendo tratada. Ahora es una terapia mundialmente conocida y cada vez más reconocida en el ámbito sanitario y practicada por multitud de profesionales, como médica-os, psicóloga-os, enfermera-os, técnico-as sanitaria-os, terapeutas ocupacionales, logopedas, y sobretodo, osteópatas y fisioterapeutas.
Cuando nos acercamos a bebés y niña-os a través de la terapia craneosacral, ésta adquiere una dimensión especial. Antes de entrar en contacto es fundamental sentirnos a nosotra-os misma-os como terapeutas, ¿cómo me siento?, ¿he dejado fuera mis historias personales?, ¿estoy ahora en una posición relajada, neutra, consciente?, ¿estoy totalmente presente?. Cuanto más enraizadas estamos como personas y cuanto más podemos sentir ese enraizamiento, mejor podremos abordar el tratamiento ya que así crearemos el espacio de confianza y seguridad que necesitan el bebé y la niña.
Así que tratar a esas pequeñas personas, más que con adultos, nos obliga a mirarnos a nosotras mismas continuamente, para poder crear el espacio adecuado, las mejores condiciones. A esta escucha permanente, a este estar presente, neutros y conectados, es lo que llamamos amor incondicional,y es el derecho fundamental de todo niño y niña cuando vienen a este mundo. Todas tenemos el derecho a sentir ese amor incondicional de nuestros padres, de nuestro entorno cuando somos pequeñas, y a veces nos ha faltado; en terapia se da una buena oportunidad para sentirlo y restituirlo. Se trata de que el paciente, por más pequeño que sea, tome las decisiones, se empodere, y pueda resolver por sí mismo la situación. Lo-as teraputas estaremos ahí acompañando su proceso, nunca imponiendo.
La terapia craneosacral aplicada en bebés y niño-as sólo se diferencia de la de adulto-as en la fuerza aplicada en las técnicas manuales. Es necesaria mucha menos presión para entrar en contacto con los tejidos y éstos responden antes y más fácilmente ya que sus cuerpos no están tan estructurados, son más flexibles y no han sufrido tantos años. Cuando colocamos nuestras manos y tratamos la pregunta que debemos hacernos es ¿puedo usar aun menos presión?. Puede parecer sorprendente pero, al trabajar con bebés, podemos sentir cómo la memoria tisular está más cerca de lo que pensamos y a veces, a menor presión mejor y mayor respuesta. Siempre se trata de escuchar.
Cuando trabajamos con esta terapia estamos estimulando y apoyando al Movimiento Respiratorio Primario (descrito por el Dr. Sutherland 1873-1954), el Sistema Craneosacral, que es el encargado de mantener la producción, la circulación y la absorción del líquido cefalorraquídeo en el sistema nervioso central. Pero, a partir de aquí y teniendo en cuenta ésto, la aplicación es múltiple porque vamos a trabajar, mediante el sistema de membranas y fascias del cuerpo en todos los demás sistemas (óseo, nervioso, circulatorio, visceral,…), favoreciendo la corrección de lesiones y disfunciones, la liberación de bloqueos (físicos, emocionales, energéticos) y la mejora del funcionamiento general del organismo, siempre escuchando y dialogando con los tejidos mediante el contacto manual. Es una terapia que trabaja la totalidad del cuerpo y se puede aplicar desde la etapa embrionaria hasta el final de la vida.
Entonces, ¿cuándo aplicar terapia craneosacral en bebés y niño-as? No siempre hay que esperar a diagnosticar lesiones concretas o enfermedades para tratar a un-a niño-a, ya que existen multitud de situaciones que muchas veces se tienden a normalizar pensando que es así y que hay que aguantarse, como bebés que lloran mucho, que no duermen bien o lo suficiente, que tienen tensión en su cuerpo, que no succionan bien, que sufrieron alguna deformación en el cráneo al nacer, que nacieron por cesárea, niña-os que tienen actitudes corporales asimétricas, dificultades para leer o escribir, reacciones comportamentales exageradas que a veces los padres toman por rebeldía o rabietas de capricho, etc. De alguna manera lo-as niño-as buscan también sus propios modos de autotratarse (por ejemplo niños grandes que se siguen chupando el dedo y puede deberse a una necesidad de estimulación intracraneal para compensar alguna disfuncion).
Así que la terapia craneosacral está indicada siempre y en todo momento, cada vez que se quiera dar la oportunidad al cuerpo de mejorar una situación o superar traumas físicos y emocionales.
Y como se señala más arriba, abarca desde la etapa embrionaria, por lo que se pueden tratar situaciones de sufrimiento físico y emocional de los tejidos del embrión y del feto durante su proceso de formación y gestación, así como tratar lo sucedido en el momento del parto (presiones deformantes, exageradas, bloqueos al quedar encajado, asfixia, etc.), que es muy importante, ya que cuando es natural, se produce una estimulación muy fuerte a nivel craneal al empujar el bebé su cabeza a través del pubis en su primera decisión vital, la de nacer. Y por eso, muy a menudo, es importante tratar bebés nacidos por cesárea, para que puedan experimentar ese momento y esas sensaciones y estímulos en sus tejidos, en su sistema nervioso central, en su sistema emocional.
Con la terapia craneosacral, además de aliviar problemas concretos, se actúa de manera preventiva resolviendo situaciones que en el presente pueden estar marcando su modo de crecer y desarrollarse física y emocionalmente y que en el futuro, a veces muy cercano, puedan desarrollar problemas y disfunciones en el organismo, como asimetrías posturales que terminen estructurándose y ocasionando dolores en el cuerpo, problemas de aprendizaje y desarrollo cognitivo, dolores de cabeza, problemas de visión y otros.
Después de lo expuesto no me gustaría hacer pensar que es la única terapia ni la mejor, al final todo depende de la relación que se establezca entre terapeuta y paciente, de esa conexión, escucha y diálogo entre los tejidos mediante el contacto manual, pero no conozco todavía una terapia más suave, global y respetuosa con el cuerpo.
Eugenia Mongil López
Fisioterapeuta y Osteópata,
Centro Mediterráneo, Fisioterapia y Terapia Osteopática